La escasez de agua en el mundo está incrementando la problemática social y económica, convirtiéndose en un riesgo global latente del que más de 2,100 millones de habitantes del planeta ya están siendo afectados al no tener acceso a agua potable.
Debido a esto, el compromiso de las empresas para incluir dentro de sus objetivos de negocio un plan proactivo de contingencia y riesgo ante esta situación es una necesidad que aseguraría la sostenibilidad de las operaciones nacionales y globales.
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La carestía hídrica está posicionada entre los primeros lugares por su nivel de impacto a escala mundial, según expertos del Informe Global de Riesgos 2019 publicado por Marsh & McLennan Companies en colaboración con el Foro Económico Mundial.
La generación de energía, la cadena de valor alimentaria, así como industrias relacionadas a la manufactura, vestido y agricultura son las principales perjudicadas ante la inminente crisis del agua. La operación de estos sectores se vería afectada incluso en su etapa más básica, lo que provocaría afectaciones a la salud, así como desestabilización social y económica en todos los niveles.
Es un problema que hay que empezar a hacerle frente
Aún estamos a tiempo de neutralizar este impacto, pero se requiere sobre todo la ayuda de los gobiernos y las empresas. Estas últimas deben comenzar a concientizar y crear planes proactivos para alentar hacia una cultura de prevención que contribuya a la continuidad de sus operaciones y para poder mitigar la crisis del agua que se presentará en el mundo si no se ponen en práctica acciones desde hoy. comentó Gerardo Herrera Perdomo, Risk Consulting Latin America Managing director en Marsh & McLennan Companies.
Las interconexiones a raíz de esta crisis, son muchas y variadas, entre las que destacan la migración forzada, las crisis alimentarias, e incluso afectaciones a nivel global como podría ser la propagación de enfermedades por no contar con los recursos hídricos suficientes para evitarlo, lo que perjudicaría a diferentes sectores sociales y empresariales incitando a la inestabilidad social.
De igual forma, el aumento en el precio del agua representa un riesgo de alta probabilidad a corto plazo, que marcará aún más la división entre regiones y sociedades, por lo que, incluir dentro de las políticas corporativas y públicas acciones que generan un cambio positivo para el medio ambiente sumarán a la estabilidad en general.
Un ejemplo de esto, es el de Ciudad del Cabo en África: En 2017 el gobierno anunció el Día Cero, avisando a sus ciudadanos que el 21 de abril del 2018 la ciudad se quedaría sin agua dado a escasas lluvias en años y las sequías de la región, al principio este anuncio de un futuro apocalíptico causó pánico, bajas en el sector turístico y disturbios sociales, sin embargo, esta estrategia del gobierno de la ciudad funcionó.
La campaña logró el ahorro de 600 millones de litros diarios en 2017 a 507 millones litros diarios a finales de abril de 2018; y se les limitó a un consumo diario de 50 litros por persona (límite que sigue vigente).
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Las empresas y organizaciones deberán incluir procedimientos innovadores e implementar mejores prácticas, así como poner en marcha un plan de riesgos que mitigue cualquier situación cercana que ponga en riesgo su prevalencia, finaliza Gerardo Herrera Perdomo, Risk Consulting Latin America Managing director en Marsh & McLennan Companies, pues la demanda mundial de agua irá aumentando a un ritmo de alrededor del 1% anual, como ha ocurrido en las últimas décadas en función del aumento de la población, el factor económico y los cambios en los patrones de consumo.
En un futuro, las instituciones se darán cuenta de los grandes beneficios obtenidos gracias a la neutralización del impacto al integrar medidas que aseguren una intervención correcta y preventiva ante la crisis del agua.